Colombia se ubicó en el puesto 68 en el Índice de Percepción de Corrupción presentado por Transparencia Internacional, superando a Argentina, Brasil, México, Perú y Bolivia. Esta posición que pareciera ser un panorama alentador no lo es tanto, si se tiene en cuenta que en el 2006 ocupó el puesto 59 es decir que cayó 9 posiciones.
Eso significa que los pactos por la transparencia firmados en las principales ciudades del país durante el último año quedaron convertidos en papeles llenos de buenas voluntades y en homenajes a la bandera.
Este estudio, que se basa en instituciones públicas, revela que los dineros del Estado siguen siendo el fortín de muchos. Pero no excluye a los privados, quienes al final del camino se convierten en las caras ocultas de la corrupción, pues son quienes orquestan desde el anonimato la asignación de contratos, de licitaciones y de cuanta oportunidad haya de usufructuarse de lo público.
Para nadie es desconocido que hecha la ley, hecha la trampa, y en ese sentido todos los mecanismos de blindaje creados para la transparencia en la asig-nación de lo público son una fiesta de disfraces en la que se maquilla el conflicto de intereses.
Lo interesante es que quedan tan mal maquilladas que al final del camino no logran engañar. Pero el sistema se blinda tanto para mantener los niveles de corrupción que quien no entre en su juego, es decir que no dé comisiones o beneficios a quien le ayuda a conseguir un contrato, se queda por fuera casi que en calidad de vivo bobo.
¿Cuándo los corruptos dejarán de pensar en el bien particular para proteger el general?
Eso significa que los pactos por la transparencia firmados en las principales ciudades del país durante el último año quedaron convertidos en papeles llenos de buenas voluntades y en homenajes a la bandera.
Este estudio, que se basa en instituciones públicas, revela que los dineros del Estado siguen siendo el fortín de muchos. Pero no excluye a los privados, quienes al final del camino se convierten en las caras ocultas de la corrupción, pues son quienes orquestan desde el anonimato la asignación de contratos, de licitaciones y de cuanta oportunidad haya de usufructuarse de lo público.
Para nadie es desconocido que hecha la ley, hecha la trampa, y en ese sentido todos los mecanismos de blindaje creados para la transparencia en la asig-nación de lo público son una fiesta de disfraces en la que se maquilla el conflicto de intereses.
Lo interesante es que quedan tan mal maquilladas que al final del camino no logran engañar. Pero el sistema se blinda tanto para mantener los niveles de corrupción que quien no entre en su juego, es decir que no dé comisiones o beneficios a quien le ayuda a conseguir un contrato, se queda por fuera casi que en calidad de vivo bobo.
¿Cuándo los corruptos dejarán de pensar en el bien particular para proteger el general?
No hay comentarios:
Publicar un comentario