martes, 13 de marzo de 2007

“Pagué 300 dólares por un aval, pero no me dieron el cargo”


Noticia Publicada el 13 de Marzo de 2007 en el Periodico La Prensa.
Norka Agustina Morales Alcázar se acomoda en una banca del segundo piso del Shopping Sur, en el coqueto barrio de La Florida. Con voz pausada, denuncia que la “operadora política” del Movimiento Al Socialismo (MAS), Elizabeth Argote de Sandy, le cobró —en septiembre de 2006— 300 dólares (unos 2.400 bolivianos) por un “aval político” del partido del presidente Evo Morales, para la obtención de un cargo en el Ministerio de Gobierno.

Morales Alcázar trabajó para la campaña electoral del padre Wilson Soria, en la ciudad de El Alto, antes de las elecciones municipales de 2004. También dio tiempo y dinero de su bolsillo para la actividad proselitista que llevó a Evo a la Presidencia de la nación, en diciembre de 2005.

“Habíamos hecho un aporte al partido y buscábamos trabajo, por eso, necesitábamos una recompensa”, señala mientras revisa sus apuntes.

Evo Morales asumió el poder el 22 de enero de 2006. Pasaban los meses y la “recompensa” no llegaba a los militantes de base que, como ella, creyeron en el Instrumento Político para la Soberanía de los Pueblos (ISPS).

En agosto de ese año, Morales Alcázar tomó contacto, entonces, con Sonia Peredo, sobrina del senador Antonio Peredo (MAS). Ella la contactó con el comando del Distrito 4, ubicado en la avenida Busch, en la zona de Miraflores. Allí conoció a Elizabeth Argote de Sandy, quien le prometió un cargo en el Poder Ejecutivo. “Todo se puede, pero hay que ponerse, hermanita”, asegura Morales Alcázar que le dijo la “operadora masista”.

En diálogo con La Prensa, Elizabeth Argote de Sandy negó la imputación, asegura que no vende avales del partido en el Gobierno y reconoce que le debe a Norka Morales Alcázar la suma de 100 dólares, pero sólo por “razones personales”. La militante del MAS no quiso dar más aclaraciones. “El viernes hablamos”, prometió.

Morales Alcázar vincula a Argote con la senadora suplente Leonilda Zurita. Pese a los intentos, La Prensa no pudo ubicar a Zurita para que explicara esta presunta relación.

Un pago sin contraparte

Frente a la insistencia de Morales Alcázar, a fines de septiembre, Argote ubicó a la trabajadora social en un puesto “sin remuneración” en el Centro de Orientación Femenina de Miraflores. Allí trabajó entre octubre de 2006 y febrero de 2007 —cinco meses—, por lo que no recibió pago alguno. El viernes 9, Morales Alcázar se cansó de pedir a Argote que le devolviera su dinero y de sus presuntas amenazas para que “no abriera la boca” si no quería recibir represalias. Ayer, Morales Alcázar habló con La Prensa.

—¿En qué circunstancias pagó usted por un aval del MAS?

—Conocí a Elizabeth Argote de Sandy durante una reunión del partido a fines de agosto. Yo estaba buscando trabajo pues había hecho mi aporte en el MAS. Me integré a la organización gracias a Sonia Peredo, sobrina del senador Antonio Peredo. Con ella trabajamos juntas desde las elecciones municipales de 2004.

Nos fuimos a El Alto para apoyar al padre Wilson Soria. Allí trabajamos para la campaña aportando de nuestro bolsillo, mientras nadie nos daba nada. Ni siquiera nos daban un sándwich de huevo.

Trabajamos para la campaña de Soria. En Villa Dolores alquilamos una oficina para recibir a la gente y dábamos cuotas para los alquileres. Peredo también me invitó a participar en la campaña para las elecciones generales de diciembre de 2005. Entonces, trabajamos en el Distrito 4 de Miraflores. Desde allí hicimos todo para hacer de Evo Morales Presidente de Bolivia. Valentín Quiroga era nuestro jefe de distrito. Hicimos campaña para el referéndum del 2 de julio.

Obviamente, nosotros necesitábamos nuestra recompensa. Hicimos campaña por el trabajo, no lo hicimos porque no teníamos nada que hacer en nuestras casas. También lo hicimos porque creíamos en el proyecto político de Evo con el “instrumento” (en referencia al ISPS).

En estas reuniones conocí a Elizabeth Argote de Sandy. A ella le presenté mi currículum. Con ella, hicimos amistad pero con un interés de por medio. Ella me dijo que trabajaba en el Ministerio de Gobierno y aseguró que me iba a ayudar. “Personas como ustedes que se han sacrificado tienen que tener su oportunidad”, decía. Pero me pidió que le llevara todos mis papeles. Cuando lo hice, revisó la documentación y me dijo: “Aquí te falta un aval de la Presidencia”. Le pregunté cómo hacer para obtener uno y entonces me dijo que me ayudaría con los dirigentes del partido. “Pero es dando, hermanita”, me dijo. Y le pregunté cuánto había que dar. “No sé, dejame que averigüe”, afirmó.

Morales Alcázar cuenta que no pedía un “cargo alto”. Especialista en trabajo social, con estudios en Córdoba, Argentina, reclamaba un cargo en el área social, con mujeres maltratadas o con niños afectados.

“‘¿Qué hay que hacer?’, le pregunté. ‘Tienes que dar 300 dólares’”, relata Morales que le dijo Argote. “Pero, ¿de dónde voy a sacar la plata?”, le recordó la militante. “Haz un esfuerzo, dame 150 dólares y después me das lo demás. Yo te voy a conseguir el aval”, dijo Argote. Morales Alcázar asegura que fue pagando la deuda de 50 en 50 dólares hasta alcanzar los 300 solicitados. “Argote me presionaba con no conseguir el trabajo si no pagaba lo antes posible”. A fines de septiembre, Morales Alcázar terminó de pagar el monto requerido.

—¿Y le dieron el cargo?

—A medias. Un día me citó en el Ministerio de Gobierno. Me dijo que ya estaba todo arreglado y que le entregara los papeles. Argote era directora de Personal del Ministerio. Allí trabajó junto a César Terán, jefe del área. Argote me dijo que había hablado con Ramiro Llanos, un alto funcionario del Ministerio, a quien le dijo que yo era voluntaria para trabajar sin remuneración. De ese modo, ingresé a trabajar en la cárcel de mujeres de Miraflores, donde trabajé con Silvia Zavaleta. Ella me dijo que comenzara a trabajar, sin el ítem correspondiente, que más adelante se haría el nombramiento. Igualmente, comencé a realizar tareas pero sin marcar tarjeta. Entonces, le insistí a Argote sobre cuándo se definiría mi situación.

—¿Cuánto tiempo trabajó en la cárcel de mujeres?

—Desde septiembre de 2006 hasta febrero de 2007. Sin sueldo. Pero todo cansa. Había hecho un trabajo sin remuneración y, de paso, había pagado 300 dólares por un puesto que nunca llegó. Pasaban las semanas y no me daba respuesta. Me estaba engañando. Averigüé por mi lado y me informaron que mi caso ni siquiera figuraba en las planillas. En noviembre, me cansé y le dije que me diera una respuesta definitiva.

Ella estaba haciendo lo mismo con otras personas que estaban en el mismo drama, habían dado plata por un aval pero ella no les daba respuesta. Entonces le pedí que ya no me diera el trabajo pero que me devolviera el dinero. A través de otras personas mandó a decirme que a ella no la tocaba nadie.

En San Pedro conocí a otras empleadas que habían tenido el mismo problema. Allí también hablé con el doctor Ramiro Llanos, quien me expresó su preocupación por las maniobras que llevaba adelante esta persona. Llanos me anticipó que no permitirían este tipo de atropellos y a los dos días Argote estaba fuera, la habían despedido.

—¿Cómo reaccionó Argote luego de su denuncia ante Llanos?

—Me amenazó con que, si no iba donde Llanos y le decía que todo era mentira, no me iba a devolver ni un centavo. Entonces le prometí ir donde el funcionario pero que antes me devolviera los 300 dólares. No pudo reunir el dinero y continuó con las amenazas. Llanos recibió más denuncias sobre otros casos de personas que pagaron por avales. Pero, al final, no me dieron nada. Sin trabajo y sin mis 300 dólares. La fui a buscar a su departamento de la avenida Saavedra, pero la mujer se había ido sin dejar rastro.

—¿Le dio algún “recibo” por los 300 dólares?

—No. Pero ¿qué delincuente deja señas? El chantajista, el ladrón siempre trata de no dejar rastros. Pero no soy la única. Un grupo importante de militantes también sufrió el mismo problema de los avales.

—¿Para quién cree usted que trabaja Elizabeth Argote?

—Argote estaba relacionada con una tal Leonilda.

—¿La senadora suplente del MAS Leonilda Zurita?

—Exactamente. Argote y Zurita hablaban constantemente por teléfono.

—¿Piensa presentar alguna denuncia penal por su caso?

—Posiblemente pierda ese dinero, pero no quiero que le pase lo mismo a otras personas. Por favor, que ya nadie más caiga en esta red de avales. Ya basta. ¿Cómo pueden seguir ensuciando el instrumento político de esa manera? Ellos se han aprovechado de gente que no tiene trabajo y que dio mucho por la campaña de Evo Morales. Espero que el partido haga algo para erradicar a los que venden avales.

“Argote traía gente del MAS a la casa”

Elizabeth Argote de Sandy vivió durante ocho meses en el departamento 6C del edificio Saavedra, ubicado en la avenida del mismo nombre, enfrente del Hospital de Clínicas.

Allí nos atiende el propietario el inmueble, Jorge Rada Ávila. Expresa su preocupación porque, según afirma, Argote de Sandy se fue del lugar sin pagar el alquiler, que alcanzaba a unos 110 dólares.

“La señora Argote estaba vinculada con el MAS porque aquí metía gente de ese partido, y me hacía quedar mal, ya que actuaba como si ella fuera dueña del departamento”.

“Yo le dije que esto no es del Estado, que no podía transformar el inmueble en una cantina con gente de su partido”.

Rada y su esposa aseguran que varios militantes del MAS llegaban al departamento del edificio Saavedra a reclamar a Argote por la venta de avales.

“Unas cuatro o cinco personas venían seguido para reclamar porque les habían sacado 150 dólares ofreciendo avales políticos”. “Norka Morales le había pagado plata por un aval para conseguir un trabajo, pues estaba desocupada. También venía Juan Madueño, a quien también le había sacado 100 dólares por un aval”.

“Ella se hacía la burla de ellos. No tenía ningún tipo de escrúpulos pues, al parecer, estaba acostumbrada a colocar y retirar a una y otra persona”. “Yo también la estoy buscando porque me debe 110 dólares pues se fue sin pagar el alquiler. Creo que trabaja en el Ministerio de Obras Públicas”.

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