miércoles, 3 de mayo de 2017

Testimonios de Odebrecht describen el alcance de la corrupción en Brasil

Cuando Odebrecht, el conglomerado brasileño de empresas de construcción, construía la presa de Santo Antônio, una de las centrales hidroeléctricas más grandes del país en el estado amazónico de Rondônia, no dejó nada al azar.

La compañía, que actualmente se halla en el centro de la investigación de corrupción más grande en la historia de Brasil, presuntamente sobornó a casi todo el mundo asociado con el proyecto para asegurar que todo marchara sin problemas.

De hecho se alega que la compañía sobornó a casi todo el mundo, desde políticos, oficiales de la policía y líderes sindicales hasta las autoridades indígenas para eliminar cualquier oposición al proyecto, según testimonio ofrecido por exejecutivos de Odebrecht a la Suprema Corte.

Los dirigentes indígenas tenían su propio nombre en clave (“tribu”) en el sistema de software utilizado por Odebrecht para llevar un registro de todos los sobornos y comisiones clandestinas que se pagaron en relación a cientos de proyectos a través de Brasil. “Se hicieron pagos regulares a los dirigentes indígenas a través de depósitos en sus cuentas bancarias”, afirmó Henrique Serrano do Prado Valladares, un exejecutivo de Odebrecht, en su testimonio, el cual fue ofrecido a cambio de una promesa de indulgencia.

Lo que comenzó como una investigación de corrupción de la compañía petrolera estatal Petrobras (operación Lava Jato) se expandió para incluir a Odebrecht, uno de los principales contratistas. El alcance del soborno realizado por Odebrecht con relación a la presa Santo Antônio y otros proyectos ha sido presentado en detalle en una serie de acuerdos de culpabilidad de 77 exejecutivos recientemente presentados ante la Suprema Corte.

Éstos han proporcionado la evidencia más detallada hasta la fecha de cuán lejos ha llegado la corrupción en la sociedad brasileña. El canal televisivo Globo News describió los testimonios como “seminario de corrupción” de 900 horas.

La Corte Suprema ha autorizado investigaciones de 74 casos que involucran a políticos activos y remitió cerca de 200 casos adicionales a tribunales inferiores, incluyendo los casos de tres expresidentes. Michel Temer, el presidente actual, ha sido implicado en los acuerdos de culpabilidad pero Temer niega vehementemente las acusaciones. Los analistas temen que los alegatos de corrupción socaven su habilidad para revivir una economía sacudida por una recesión con sus reformas presupuestarias, incluyendo una renovación del sistema de pensiones.

Las revelaciones de Odebrecht también plantean serios interrogantes sobre la efectividad de la investigación Lava Jato para controlar la corrupción a largo plazo. “La línea divisoria entre el sector privado y el Estado siempre fue difusa”, dijo Carlos Melo, politólogo en la Universidad Insper de São Paulo.

En sus testimonios, los exejecutivos de Odebrecht mostraron no sólo que ellos realizaron pagos rutinarios a cualquiera que obstaculizara sus proyectos, sino que la práctica era tan normal que comenzaron a considerarla como una broma.

A los presuntos recipientes regulares de los sobornos, desde presidentes hasta funcionarios menores, les fueron asignados apodos cómicos en las planillas utilizadas para llevar un registro de los pagos. El sistema de software era operado por un departamento de Odebrecht conocido como sección de “operaciones estructuradas”.

Por ejemplo, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva era conocido sólo como “amigo”. Otro exsenador del Partido de los Trabajadores de Lula da Silva era “Ferrari”.

El antiguo líder de la oposición y actual aliado de Temer, Aécio Neves, era “mineirinho”, en reconocimiento a su estado natal Minas Gerais. Otros recipientes fueron otorgando nombres menos halagadores como “feo”, “enano” o “Barbie”. Todos los políticos nombrados en los acuerdos de culpabilidad niegan las acusaciones.

También utilizaron referencias de fútbol. Arthur Maia, el político de la coalición gobernante de Temer a cargo de implementar la reforma de pensiones, era "volante”, o "mediocampista", del equipo Internacional de Brasil, afirmaron los fiscales en un documento presentado ante la Suprema Corte.

En el lenguaje de Odebrecht, "Internacional" era la clave para el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) de Temer, al cual pertenecía Maia en ese entonces, y “volante” significaba un representante de la cámara baja del congreso. Maia niega haber recibido pagos ilegales.

Los analistas afirman que en un país en el que la corrupción ha formado un sistema paralelo fuera del alcance de las reglas, será difícil implementar una reforma sistemática. Hay señales ominosas de que la corrupción en Brasil se extendió mucho más allá de Odebrecht y Petrobras.

Un escándalo reciente sobre el pago de sobornos a inspectores sanitarios en plantas procesadoras de carne en Brasil señala el profundo alcance de la corrupción, afirma Melo de Insper.

Él señaló el hecho de que Brasil pasó por un gran escándalo político a nivel federal (generalmente relacionado con el financiamiento de campañas y la compra de votos) cada década, y ha habido escándalos similares a nivel estatal y municipal.

La implementación de una reforma electoral tal vez ayudaría a resolver el problema, pero las autoridades regulatorias han mostrado una inhabilidad para monitorear la corrupción día a día, a nivel político y en el sector de la administración pública.

De hecho, los acuerdos de culpabilidad de Odebrecht mencionan pagos a funcionarios del grupo de vigilancia fiscal y comisiones clandestinas recibidas por un funcionario a cargo del brazo financiero del fondo de prestaciones de desempleo del gobierno.

Una explicación, según Melo, es que Brasil sigue siendo una democracia “joven” que aún no ha institucionalizado su sistema de pesos y contrapesos para eliminar la corrupción. “Es una situación difícil”, admitió Melo, añadiendo: “No todo el país es así. Pero sí sucede mucho en Brasil”.

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