Por quinto año consecutivo, Bolivia consiguió una ligera mejoría en el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) al ubicarse en el puesto 103, de un total de 175 países, junto con México, y por debajo de sus vecinos de Chile, Brasil y Perú, según el informe divulgado ayer por el organismo no gubernamental Transparencia Internacional (TI).
Desde 2010, el país ha mostrado descensos en el ranquin, pues saltó del puesto 120 al 110; un año después subió al puesto 118; pero en 2012 bajó al puesto 105; en 2013 llegó al puesto 106, junto con otros cuatro países, Argentina, México, Gabón y Nigeria. Finalmente para este año se ubicó en el 103, junto con México.
Aunque el Gobierno, a través de la ministra de Planificación, Viviana Caro, dijo que ese tipo de informes siempre han sido observados porque no contemplan mecanismos que fueron implementando en este tiempo y, por lo tanto, no pueden ser tomados con seriedad cuando los referentes que tienen para sus mediciones son muy limitados y forzados.
Explicó que las rendiciones públicas de cuentas que tiene cada ministerio, incluso fueron destacados por Naciones Unidas; además que Bolivia también lidera los indicadores de las metas del milenio y procesos de consulta que se realizaron y que fueron acogidos por organismos internacionales; por tanto, dijo que los parámetros con los que se mide la transparencia difieren de las tareas que emprende el Ejecutivo nacional.
Para el presidente de la Cámara de Diputados, Marcelo Elío, el problema no es el estudio sino la entidad que lo realiza. Afirmó que TI responde a intereses económicos que tienen una visión política y que pretenden descalificar a Bolivia en el plano internacional.
La entidad
Según el presidente de TI, el peruano José Ugaz, el estudio demuestra que cuando los líderes políticos o altos funcionarios de los gobiernos se apropian de recursos públicos “se socava el crecimiento económico y los esfuerzos para frenar la corrupción desaparecen”.
De igual modo, expresó la preocupación de TI por la constitución y desarrollo de las redes de criminalidad organizadas y apoyadas por las nuevas tecnologías que convirtieron la corrupción en un fenómeno global de grandes dimensiones.
“No hablamos de funcionarios públicos que saqueen un Estado, sino de redes globales que pueden mover miles de millones a través de las fronteras apoyadas en empresas radicadas en paraísos fiscales”, dijo el funcionario.
Venezuela y Paraguay son los países percibidos como los más corruptos de América Latina, mientras que Uruguay y Chile son vistos como los más transparentes, según el ranquin
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