miércoles, 17 de abril de 2013

Primero fue el estallido, luego vinieron las balas, los golpes y la sangre

Cuando todo estalló, Mario Tadic estaba dormido y desnudo en la cama de dos plazas de la habitación 454 del hotel Las Américas. Alcanzó a ver la puerta de su cuarto colgando solo de la bisagra de abajo y a un hombre vestido de negro que entraba rápido, como una sombra, y le propinaba un culatazo en la cara con un rifle de asalto. El golpe casi lo desmayó. Tenía la nariz rota, los dientes incisivos superiores partidos a la mitad y los inferiores totalmente flojos. “Al suelo, carajo”, le ordenaron mientras lo pateaban para luego amarrarle las manos y vendarle los ojos. Solo alcanzó a oír unos pocos disparos antes de ser sacado desnudo al pasillo del hotel y luego evacuado a La Paz.

La noche del 15 de abril, Tadic había conversado con Eduardo Rózsa, Árpád Magyarosi, Michael Dwyer y Elöd Tóásó hasta las diez de la noche, hora en la que cada uno se retiró a su habitación. Tadic se puso a chatear con la esposa que dejó en Croacia y se durmió entre las doce y la una de la madrugada. Solo tres horas después, una explosión derribó su puerta.

El explosivo usado era tan fuerte que arrancó la madera del marco e incrustó el revoque de la pared sobre la madera.

Tadic lo ignoraba, pero en ese mismo instante otras cuatro explosiones tumbaban las puertas de los cuartos contiguos y los tiros que se escuchaban estaban dejando sin vida a Rózsa, Dwyer y Magyarosi.

Solo Tóásó corría con su misma suerte: sobrevivir para contar qué hacían en Bolivia, si era verdad que Rózsa había armado un grupo de ‘sicarios’ para dividir Bolivia o si todo fue armado por el Gobierno para desarticular a la oposición. Por el momento, Tadic se guarda su verdad para el momento en que tenga que decirla en el juicio. Solo dice, repite, que Rózsa lo convocó a Bolivia para organizar una empresa de turismo aventura y entrenamiento a ciudadanos europeos, que todo eso estaba en su computadora y que el fiscal Marcelo Soza oculta sus pruebas, su pasaje de vuelta a Madrid y el recibo que demuestra que él pagó parte de su traslado a Bolivia.

Reina la confusión
Son las 6:30 de la mañana del 16 de abril de 2009 y Tadic llega a la fiscalía de La Paz junto a Tóásó. Allí, el fiscal Róger Velásquez elabora la primera versión de los hechos sucedidos apenas dos horas antes, a 1.000 kilómetros de su despacho. En el acta de detención de ambos escribe que Tadic y Tóásó fueron sorprendidos en actos de disturbios llevados a cabo en la ciudad de Santa Cruz, donde incluso existió la muerte de personas y el hallazgo de explosivos. Allí se decide incomunicarlos y se los acusa de haber perpetrado el atentado contra la casa del cardenal Julio Terrazas. Ni siquiera se precisa dónde fueron arrestados, solo se apunta que fue “a unas cuadras de la plaza 24 de Septiembre en un local público”. Pese a que las puertas de las habitaciones fueron voladas, el acta recoge que fueron Rózsa y sus acompañantes los que atacaron a la Policía y es tan imprecisa que apunta que murieron dos ciudadanos y no tres.

A las 11:30, esa versión ya había cambiado. En el memorial firmado por Marcelo Soza se anotó que fueron los cinco alojados en el hotel Las Américas los que comenzaron a disparar contra la Policía y que guardaban en sus habitaciones armas y material explosivo similar al que fue utilizado para atentar contra la residencia del cardenal Terrazas.
Soza ni había pisado Santa Cruz y no se menciona para nada el estand de Cotas, que es donde supuestamente se encontraba el explosivo C4, similar al que se había utilizado en Las Américas.

En Santa Cruz, para ese momento, todo era sorpresa. Había tres muertos, la Policía estaba en la Feria Exposición dentro de un estand pintado en su fachada con la frase “Cotas lo hizo”. Pese a que recién en la noche se confirmó que Eduardo Rózsa estaba entre los muertos, su nombre había comenzado a circular desde temprano en las redacciones y desde la Internet surgían historias de héroe en Croacia y su origen boliviano.

También surgían imágenes de Magyarosi tocando guitarra y Dwyer fotografiado en fiestas. Más tarde llegarían las fotos de horror: tres hombres muertos, bañados en sangre sobre el piso de un hotel. Ya para entonces, Tadic y Tóásó estaban incomunicados en una celda de La Paz.

El tiroteo
En la noche llega la versión oficial: en un tiroteo que duró 25 minutos fueron abatidos tres ciudadanos en el hotel Las Américas. Ellos fueron los que atentaron contra la casa del cardenal la noche anterior y venían con la intención de dividir Bolivia y asesinar a Evo Morales.

Tadic no escuchó un tiroteo, solos unos cuantos disparos con armas automáticas antes de ser sacado al pasillo del hotel. Entre el bombazo y su evacuación no pasaron ni cinco minutos. Este boliviano de origen croata participó del conflicto en los Balcanes. Allí conoció a Rózsa y sabe algo de armas. Dice que las armas automáticas como las que usaban los de la Unidad Táctica de Resolución de Conflictos (Utarc) disparan de 300 a 600 balas por minutos, así que si el intercambio de fuego hubiese durado 25 minutos, el pasillo del hotel hubiese quedado tapiado por los casquillos.

El 5 de mayo, Luis Hernán Rossell, gerente del hotel Las Américas, aseguró que ninguno de los cinco huéspedes salió en la noche del 15 de abril. Tampoco sacaron el auto Hyundai plomo que guardaron en el garaje del hotel la noche del 14, por lo que no pudieron cometer el atentado al cardenal. Esto no ayudó a Tadic ni a Tóásó. Tampoco sirvió de nada el hecho de que todos los días las mucamas hacían limpieza de las habitaciones y que no notaron ni las armas ni los cartuchos de dinamita que supuestamente encontraron los policías luego del intercambio de fuego que duró 25 minutos.

Tadic no lo supo hasta meses después. Estaba incomunicado en La Grulla, la celda de castigo de San Pedro. Allí, un compañero de encierro se apiadó de él y, con dos cucharillas, le acomodó la nariz que había quedado apoyada en su mejilla derecha, tras el culatazo que lo terminó de despertar la madrugada del 16 de abril

UN MOMENTO CLAVE

¿Un churrasco para matar a Evo con un viceministro como comensal?
El caso Rózsa ha sido marcado por los videos. El primero de ellos fue tomado con un celular y mostraba a un grupo de personas en un churrasco. Supuestamente allí se hablaba de matar al presidente Morales. Luego aparecieron las fotos de esa misma reunión. En ellas se ve a Rózsa, Tadic, Ignacio Villa Vargas y al capitán y comandante de la Utarc, Wálter ‘Rambito’ Andrade.

Ahora, sentado en la séptima fila de la sala de audiencia, Tadic aumenta otro dato: “En ese churrasco estaba también Carlos Núñez del Prado”. Dice que no lo sabían, pero si el video de ‘Rambito’ es real, estaban hablando de matar al presidente en presencia del viceministro de Seguridad Ciudadana.

HORA A HORA

Los detalles que recuerda de una hora muy intensa

Para estar en La Paz a las 6:30, Tadic ha tenido que abordar un avión a las 5:00 en Santa Cruz. Eso deja menos de una hora desde el inicio del operativo en el hotel Las Américas.

Entraron con la orden de matar
Por su experiencia bélica, Mario Tadic sabe que si la intención era arrestarlos, hubieran derribado las puertas con una bomba aturdidora (flash bang) y no con el tipo de explosivos que dejaron brechas en marcos y paredes.

Solo tres personas pudieron disparar
En su opinión, solo tres personas pudieron ser las que dispararon sobre Rózsa, Magyarosi y Dwyer: el jefe de Inteligencia Luis Clavijo, el capital Wálter ‘Rambito’ Andrade, o el mismo viceministro de Seguridad Ciudadana, Carlos Núñez del Prado



No dijeron nada sobre el estand de Cotas
Asegura que no hubo interrogatorio durante el operativo, que solo recibió golpes y rápidamente fue maniatado y vendado. Así era imposible que él hubiera sido el que alertó que el centro de operaciones del grupo estaba en el estand de Cotas de Expocruz.

Dieron vueltas antes de ir al aeropuerto
Según Núñez del Prado, el operativo en Las Américas comenzó a las 4:07 de la madrugada. Tadic recuerda que antes de llegar al aeropuerto dieron vueltas por la ciudad, como si no conocieran el camino. Eso deja muy poco margen para abordar un avión y llegar a la Fiscalía a las 6:30

EL ARMA DE RÓZSA
Cambia de la foto del cuerpo a la pericia de balística
En las fotografías de la habitación se observa un arma 38 especial y en la balística se dice que usó una 9mm.

LA VERSIÓN DEL VIEJO
Los otros supuestos autores del atentado, sin proceso
Ignacio Villa dice que los que pusieron la bomba en la casa del cardenal fueron Wálter Andrade, Marilyn Vargas y Luis Clavijo

Las cámaras del hotel
Pudieron ser borradas por un hacker desde Internet
Según el gerente del hotel, las cámaras de seguridad pueden ser detenidas y borradas por un experto desde la web



Los cuerpos de Magyarosi y Dwyer contaron otra historia
Los huesos y la carne de un fallecido pueden contar una historia si hay alguien que sepa cómo escuchar. Los restos de Michael Dwyer y Árpád Magyarosi encontraron oídos y ojos expertos en Irlanda y Hungría y a través de ellos cuentan un hecho distinto a la versión del tiroteo.

En el cuerpo de Magyarosi se encontraron disparos en los antebrazos y trayectorias de balas que trazaban una perpendicular con su hombro. Eso, para los expertos húngaros, indicaba que cuando le dispararon Árpád se encontraba maniatado y con las manos arriba, en signo de rendición. Esto fue revelado por pericias independientes de un expolicía que trabajaba en homicidios.


Lo que dijo el cuerpo de Dwyer sí tiene valor legal. Lo examinó una perito forense de Irlanda, a través de un procedimiento legal y su dictamen es incluso reconocido por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas contra la Tortura y las Ejecuciones Extrajudiciales. Ella concluyó, por la trayectoria del proyectil, que a Dwyer lo mataron mientras estaba sentado en su cama, con una bala explosiva que le perforó el corazón. El resto de los tiros que recibió le llegaron al tórax mientras estaba en el piso, presumiblemente ya muerto.

Al cuerpo de Eduardo Rózsa ningún perito independiente se atrevió a preguntarle nada. Su familia cruceña lo enterró, pero hay fotografías, como la que acompañan este artículo, que cuentan alguna historia. Tiene un disparo en la mano y otra herida de bala en el rostro. Creen que al igual que Magyarosi, estaba implorando clemencia, rendido, cuando fue abatido.

Mario Tadic ve otra evidencia de ello. En las actas de levantamiento legal del cadáver no existe una planimetría que indique cercanía de armas o casquillos de bala, como sucedería si hubiera habido un enfrentamiento.


No hay comentarios:

Publicar un comentario