lunes, 28 de diciembre de 2015

“La marca de la corrupción es muy fuerte y golpea a gobiernos de todas las tendencias”



Segunda parte de la entrevista que el investigador cruceño Carlos Hugo Molina dio a CAPITALES la semana pasada. La primera, titulada “Ya vivimos en ciudades, las demandas son urbanas y tenemos un discurso rural” (un concepto que aparece también en este número), se publicó el martes 15 de diciembre en esta misma página.

En esta oportunidad, el experto en economía y analista político, autor de más de una quincena de libros, se refiere entre otras cosas a la “presión migratoria” que según él generan los bonos y al concepto de “cohesión social”.También hace un balance de lo que va dejando el escándalo de corrupción en el Fondo Indígena, habla del referéndum aprobatorio del 21 de febrero de 2016, del rol de Santa Cruz para la Bolivia de hoy, y de Argentina, Venezuela y los cambios geopolíticos en la región.

CAPITALES (C). ¿Por qué sostiene que los bonos en Bolivia están generando “presión migratoria”?
Carlos Hugo Molina (CHM). Porque demandan para hacerse efectivos una sucesión de exigencias administrativas y burocráticas que no están cubiertas todas en el territorio: certificados, carnetización y oficinas bancarias.El Bono Dignidad es el que lo demuestra de manera más patética: las personas de la tercera edad de las áreas rurales, mientras más años tienen, mayores dificultades afrontan para moverse cada mes, cambiando al lugar donde pueden hacer efectivo su derecho.

C. “¿Cómo construimos ciudadanía activa viviendo el 75% de los habitantes en ciudades, cuando la impronta del Estado es originaria indígena campesina?”, se preguntó usted hace poco. ¿Tiene una respuesta para esto? ¿Tiene que ver con la necesidad de establecer una “cohesión social”?
CHM. Cohesión social sobre la base de una red de ciudades intermedias que cumplan la función de nodos de servicios, planificación y desarrollo. Ya vivimos en ciudades, las demandas son urbanas y tenemos un discurso rural, campesino indígena y originario.Esta ruptura que nos está planteando la realidad se expresa también en datos electorales. De las 10 ciudades principales (nueve capitales departamentales más El Alto), el MAS solo ganó las alcaldías de Sucre y Potosí. El fenómeno de las ciudades está apareciendo por todos lados, sin tener las posibilidades de dar las respuestas adecuadas.

C. En otro tema, ¿qué balance saca de lo que ha ocurrido con el Fono Indígena?
CHM. Expresa la patrimonialización del poder y el uso perverso de la fuerza política como sinónimo de impunidad. Llegar a donde llegamos, con el grado de permisividad social, expresa un debilitamiento de la institucionalidad democrática y de los valores republicanos.La consigna “¿qué están haciendo con mi plata?”, planteada por los presupuestos participativos, debe volver a tener plena vigencia. La sociedad boliviana necesita transparencia y debemos exigirla.

C. Con miras al 21F, se habla de probables sustitutos del presidente Morales, tanto dentro del MAS como fuera de él, en la oposición; entonces aparece el nombre de Rubén Costas. ¿Cree que Santa Cruz está en condiciones de dar al país un político —quién sabe futuro presidente— aglutinador de las demandas nacionales?
CHM. Creo que es un falso debate adelantarnos a las elecciones de finales del 2019. Le faltan cuatro años de gobierno al presidente Morales y existe ese mismo tiempo para terminar de construir liderazgos alternativos, cualquiera sea el resultado del referéndum.

C. A Santa Cruz siempre se le ha pretendido endilgar una “obligación” económica —más que política— con el país, por su importante papel dentro de la actividad productiva. ¿Considera que esto es justo o es un rol natural? Y, ¿cómo calificaría usted el actual momento de la productividad cruceña en general?
CHM. La economía arrastra a la política; fue una crisis de los actores económicos la que produjo el debilitamiento político de Santa Cruz. Esa realidad se está recomponiendo poco a poco por la realidad objetiva, ya que el modelo gubernamental duro de la producción comunitaria y de confrontación con los actores económicos no garantizó ni seguridad alimentaria ni desarrollo.En esa lógica, son comprensibles los nuevos acuerdos y el giro gubernamental, de nuevo, hacia Santa Cruz, pues la economía mundial se mueve con reglas que se definen fuera de nuestro territorio.

C. Con lo ocurrido en Argentina y Venezuela, ¿el cambio ahora pasa por otro lado en América Latina? ¿Qué sucedió con la promesa de cambio de los gobiernos socialistas de la región en la última década?
CHM. Se produjo un desgaste por la falta de renovación de liderazgos y de propuestas. Parecía que la política se había vuelto monótona y repetitiva y los mismos nombres, cuando no se reelegían de manera continuada, lo hacían repitiendo un periodo; esto, en un continente lleno de jóvenes, planteando un contrasentido.La marca de la corrupción es muy fuerte y golpea a gobiernos de todas las tendencias ideológicas. El conservador Pérez, de Guatemala, es una muestra, pues tiene que irse por las mismas razones que han perdido las elecciones en Argentina y Venezuela y que se expresa la crisis brasileña.La inflexión y el cambio, como diría Fernando Calderón Gutiérrez, nos obligan a analizar los escenarios futuros con mayor detenimiento.

"La economía arrastra a la política; fue una crisis de los actores económicos la que produjo el debilitamiento político de Santa Cruz. Esa realidad se está recomponiendo poco a poco por la realidad objetiva, ya que el modelo gubernamental duro de la producción comunitaria y de confrontación con los actores económicos no garantizó ni seguridad alimentaria ni desarrollo"

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